NOS ESCRIBE NUESTRA MADRE GENERAL CONTÁNDONOS SOBRE SU VISITA AL CONGO.





A toda la GRAN FAMILIA CODIMA les dejamos esta carta que nos han enviado nuestra Madre General, hermana Carmen Tombo, y la hermana Aránzazu, Consejera General a todas las comunidades presentes en los distintos países en donde está presente nuestro Carisma. Esperamos que sirva de motivación para que muchos se sientan llamados a ANUNCIAR a JESUCRISTO: URGENCIA, RETO Y COMPROMISO.
Boadilla del Monte, 10 de enero de 2008

Mis queridas Hermanas:

Unas letras a nuestro regreso del Congo para compartir con vosotras nuestra experiencia. Sé que muchas habéis conocido las peripecias de nuestra estancia en Nairobi (Kenya), a consecuencia de una avería en el motor del avión, pero la verdad es que esto no ha sido más que una pequeña anécdota en nuestro viaje que, de ninguna manera, empaña la riqueza de nuestra vivencia con las Hermanas.

Desde que llegamos al Congo y conocimos la realidad de nuestra misión allí, brota de nuestro corazón una acción de gracias al Señor, que nos ha permitido llegar a estas lejanas tierras, hace ya 50 años, y un gracias inmenso a las Hermanas que han pasado por esta Misión y a las que están actualmente en ella.

Todo en esta Zona es admirable: la acogida, cordialidad, alegría y generosidad de la gente en medio de su total pobreza. El sentido del ritmo, la música y el baile. La itinerancia del pueblo siempre en movimiento, en busca de la subsistencia, la entrega sin reserva y dedicación de las hermanas, la cantidad de obras apostólicas que realizan siendo tan pocas, su gran amor a las gen-tes y la respuesta de estas…

Llegamos a Kigali (Rwanda) donde nos esperaba Joaquina, la Delegada de la Zona. Las maletas se quedaron en Bruselas, así que dormimos en la Procura de Kigali y al día siguiente des-pués de desayunar salimos para Bukavu, un viaje por carretera de 5 horas.

Compartimos con las Hermanas de Bukavu un par de días, nos saludaron los grupos infantiles y juveniles que llevan las formandas y salimos para Kakutya en una avioneta, si así se puede llamar a aquel pequeño aparato. El día estaba un tanto nublado, por lo que nos resultó muy fácil comprender lo problemático de la comunicación entre las comunidades y el peligro que viven las hermanas cada vez que tienen que desplazarse. Cada viaje es una aventura de la que se descono-ce el final.

Al cabo de un rato de vuelo, bajo la avioneta, como una inmensa coliflor, se veía la selva, vegetación exuberante, tupida, y algún que otro claro, de vez en cuando, que mostraba algún po-blado Mugogo, Lulingu y ríos de diferente tamaño y caudal.

En la “plaine” (aeropuerto), nos esperaban las hermanas de la Comunidad de Kakutya: Francine, Pilar y Olga. Decir aeropuerto es decir algo... en realidad se trata de un camino largo de tierra sobre el que aterrizan las avionetas cuando llegan.

Ya cerca de la casa salió a recibirnos un río de gente con ramitos en las manos, cantando y agitando las ramas en señal de bienvenida. Primera impresión ante el gentío. Llegamos a la casa, la conocimos, nos instalamos y, durante los pocos días que estuvimos allí visitamos las distintas obras apostólicas que llevan las Hermanas: Instituto, Escuela Primaria, Secundaria, talleres, etc. Así como los grupos infantiles y juveniles, grupos de mujeres, parroquia, grupo vocacional...

Durante nuestra estancia en Kakutya se bendijo la Escuela Primaria, recién construida y también, en la Parroquia, en una Eucaristía muy bien preparada y con mucha participación abrimos el cincuentenario de nuestra presencia en el Congo. La Eucaristía duró tres horas y no se hizo larga.

Salimos por “carretera” hacia Shabunda, con el fin de visitar a las hermanas de esta comunidad. El recorrido de 110 km. duró unas 10 horas, porque la “carretera” estaba muy bien. Durante años no se pudo viajar debido al deterioro del camino y a la inseguridad por las consecuencias de la guerra. Otras veces han hecho el recorrido en dos o tres días. Se trata de un camino en ocasio-nes, un sendero en otras, con muchos puentes de madera, a veces rotos. Antes de salir Quini se había asegurado de que podríamos llegar, la señal: un coche había pasado hacía dos días y los puentes, excepto uno, estaban bastante bien. Para garantizar nuestra llegada, a la vez que salía nuestro coche de Kakutya salía también el de Shabunda, porque de no poder pasar nuestro coche en alguno de los puentes podíamos pasar nosotras y continuar viaje en el otro.

Después de varias horas de viaje nos detuvimos para saludar a la mamá de Sakina. Se había enterado de que pasaríamos por su pueblo y nos acogió con gran cariño y generosidad, oró al Señor agradeciéndole nuestra presencia entre la familia y bendiciendo una sabrosa comida que nos había preparado. Nos despedimos de ella y demás miembros de la familia y continuamos cami-no, para entonces ya se habían unido a nosotras Georgette y Janneth, dos de las tres hermanas de la Comunidad de Shabunda, María Antonia, la tercera, se había quedado en la misión para recibir-nos.

El recibimiento en Shabunda fue similar al descrito antes: una gran muchedumbre con ra-mas y cantos, alegría en todos. Conocimos también la Misión y sus obras, compartimos con las hermanas, nos reunimos con todos los grupos, visitamos todas las obras, aquí también el Centro de Salud, cuyos servicios nos impresionaron mucho, realizamos la apertura del cincuentenario y colocamos la primera piedra en el terreno en se va a construir la Escuela Primaria de Shabunda, gran objetivo de este año cincuentenario, a la que se va a dedicar la Campaña de Misiones. Desde aquí hacemos una llamada a todas nuestras comunidades para que la motiven con el fin de que la participación sea grande.

Y de nuevo, en otra avioneta, realizamos el viaje de regreso a Bukavu, las Hermanas de la Comunidad, la Delegada y nosotras. Allí, junto con las hermanas de Bukavu, nos esperaban las de Kakutya, que habían llegados dos días antes. Celebramos juntas la Navidad, el fin de año, tuvimos un precioso retiro en francés que nos dio un P. Blanco, terminando con una oración compartida. Realizamos la Asamblea para la presentación de los Documentos Capitulares, nos reunimos con el Equipo de Formación, con las Superioras, las Novicias, el grupo vocacional, el Gobierno de Zona… Una Novicia hizo su entrada al Noviciado y las Junioras renovaron sus votos, algunos Cooperadores Seglares de Mugogo hicieron su compromiso y realizamos la apertura del cincuentenario en Buka-vu, ya toda la Zona. Fue un compartir fraterno precioso en todo.

A nuestro paso por las distintas Misiones saludamos también a las familias de nuestras Hermanas congolesas.

En fin, hermanas, una vez más descubrimos cómo hace el Señor su obra, como va extendiendo su Reino por todo el mundo, con un puñado de personas frágiles, con muy escasos recursos materiales, en todos los sentidos, y con muy pocos medios espirituales, muchas veces, también con inseguridades permanentes, pero muy enamoradas de El y de sus pobres, de eso no me cabe la menor duda, porque es El y sus pobres la única compensación que reciben las hermanas, y no necesitan otra, porque la mejor paga es la confianza que Jesús ha puesto en ellas al confiarles la Evangelización de esta parcela de su Iglesia. La Evangelización en sí es la paga.

Cuesta terminar, porque lo vivido supera con mucho lo expresado, pero tenemos que hacerlo. Pediros que encomendemos mucho a las hermanas del Congo en este año cincuentenario, y también sería bueno comunicarnos con ellas, unirnos a su acción de gracias, que es la acción de gracias de toda la Congregación.

Un abrazo grande con mucho cariño y muy unidas siempre en la oración y el COMPROMISO PERSONAL y COMUNITARIO por hacer VIDA nuestro Proyecto Congregacional

Aránzazu y Carmen

1 comentario:

Anónimo dijo...

Hola Mi nombre es Yris Hernández, soy empleada del Colegio "Divino Maestro", Caracas. He leído la carta que envió la Madre General en su visita al Congo y realmente me quedé muy impresionada; he vívido cada una de las aventuras que ella ha contado de forma tan maravillosa, he pisado el "aeropuerto" y montado en las "avionetas. He andado el mismo "camino" y pasado los mismos "puentes" y asistido a las mismas celebraciones. En una palabra GRACIAS por mostrarme de forma tan hermosa la obra de Nuestro Señor y aquí en Caracas haré todo lo posible para que la Campaña Misionera de éste año, se lleve a cabo de forma hermosa.
Nuevamente gracias por brindarnos éste momento de paz y amor.

Yris Hernández

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